Un viejo se me apareció en un sueño. Yo soñaba con otras cosas, no con viejos ni geriatrícos. Soñaba con otras cosas. Soñaba que mi jardín crecía hasta ocupar toda la superficie de la tierra, hasta convertirse en el "planeta paraíso", hasta que no quedara nada. Solo yo y mi hermoso jardín. Y de pronto apareció un viejo. Bastante abyecto. O por lo menos, esa fue la primera impresión que me causó. "¿Quién es usted? ¿qué quiere? ¿qué hace en mi jardín?" le pregunté con notable y lógico enojo que ya era como una especie de odio infinito. "Soy el viejo de los sueños, no quiero nada y simplemente estoy en tu jardín para cumplir con mi trabajo. ¿Okey?. Mi trabajo es informar sobre ciertos aspectos de la existencia. De donde somos, cual es el sentido de nuestra vida, hacia donde vamos y todas esas giladas que tanto preocupan al hombre. ¿Me explico?".
Cuando estaba a punto de pedirle que comenzara con su trabajo tan interesante, se produjeron unos ladridos en la realidad y me desperté. Quien se haya tomado la molestia de leer "A veces ladran", se dará cuenta de que dichos ladridos pertenecían a las flores de mi jardín. Logre dormirme unos minutos después y ya estaba soñando nuevamente. Me corrían unos perros con claras intenciones de perjudicar mi vida. Eran monstruosos. Caniches del tamaño de una vaca. De pronto, apareció el viejo corriendo al lado mio. "¡A veces tengo que hacer cada cosa!" se quejó, y luego preguntó: "¿En qué estábamos?" .
"Estaba por empezar con su trabajo" le respondí un tanto agitado.
"Okey. Venimos de eso que se llama Dios y vamos hacia eso que se llama Dios..." .
"Un momento, un momento..." lo interrumpí "...A esa gilada ya la escuché mil veces. Todos dicen lo mismo. Venimos de Dios, vamos hacia Dios".
"Es la verdad. Es la única verdad, lamentablemente. La cuestión radica en el sentido de nuestra vida. Cuando usted pueda entender el sentido, creerá sin ninguna duda en la existencia de eso llamado Dios".
"¡¿Y cual es el puto sentido de nuestra vida que me hará creer sin ninguna duda en la existencia de eso llamado Dios?!" le pregunté al viejo con la comprensible urgencia de alguien que es perseguido por unos caniches inmensos cuales vacas.
"Ninguno que nos sirva para nada. Simplemente estamos acá para ser devorados por eso llamado Dios. Somos el alimento de eso llamado Dios. ¿Okey?. ¡Hasta la vista, baby!"
Y el viejo desapareció y yo me desperté.
No pienso parar hasta cubrir toda la superficie de la tierra con mi jardín.
Cuando estaba a punto de pedirle que comenzara con su trabajo tan interesante, se produjeron unos ladridos en la realidad y me desperté. Quien se haya tomado la molestia de leer "A veces ladran", se dará cuenta de que dichos ladridos pertenecían a las flores de mi jardín. Logre dormirme unos minutos después y ya estaba soñando nuevamente. Me corrían unos perros con claras intenciones de perjudicar mi vida. Eran monstruosos. Caniches del tamaño de una vaca. De pronto, apareció el viejo corriendo al lado mio. "¡A veces tengo que hacer cada cosa!" se quejó, y luego preguntó: "¿En qué estábamos?" .
"Estaba por empezar con su trabajo" le respondí un tanto agitado.
"Okey. Venimos de eso que se llama Dios y vamos hacia eso que se llama Dios..." .
"Un momento, un momento..." lo interrumpí "...A esa gilada ya la escuché mil veces. Todos dicen lo mismo. Venimos de Dios, vamos hacia Dios".
"Es la verdad. Es la única verdad, lamentablemente. La cuestión radica en el sentido de nuestra vida. Cuando usted pueda entender el sentido, creerá sin ninguna duda en la existencia de eso llamado Dios".
"¡¿Y cual es el puto sentido de nuestra vida que me hará creer sin ninguna duda en la existencia de eso llamado Dios?!" le pregunté al viejo con la comprensible urgencia de alguien que es perseguido por unos caniches inmensos cuales vacas.
"Ninguno que nos sirva para nada. Simplemente estamos acá para ser devorados por eso llamado Dios. Somos el alimento de eso llamado Dios. ¿Okey?. ¡Hasta la vista, baby!"
Y el viejo desapareció y yo me desperté.
No pienso parar hasta cubrir toda la superficie de la tierra con mi jardín.